A Ana le robaron la niñez (VII)

2020-09-29T09:36:10+01:0029/09/2020|

Ana trabajaba en un complejo deportivo. Tenían canchas de tenis, pistas de fútbol y fútbol sala, baloncesto y un restaurante con una sala de juegos al lado. Su trabajo era de cajera en la sala de juegos, ganaba un buen sueldo. Cuando llevaba un tiempo, la invitaron a comer a un restaurante alemán de la zona, cenaban dos veces: una a las 6 de la tarde y otra a las 3 de la mañana, cerraban a las 2 de la mañana y mientras recogían y tal daban las 3.

Siempre cenaba con una compañera y después la acompañaba a su casa el jefe, de esta manera pasó casi un año.
Un día, el jefe la invitó a pasar el fin de semana con su familia en el campo y Ana aceptó, fue un alegre fin de semana.
Cuando regresó su compañera de piso le había robado todo, se lo quitó todo, hasta el cepillo de dientes. Solo se quedó con lo puesto. Fueron a la policía y le dijeron que sus cosas estaban ya más que vendidas en El Mercator Dell’ Anticuario de Lucca.
Su jefe se apiadó de ella y como parecía que le gustaba mucho le ofreció vivir en su casa y como ya conocía a parte de la familia aceptó.

Cuando llevaba más de un año viviendo en la misma casa que su jefe, este le pidió casarse con ella.

Él era todo lo que Ana quería en un hombre, respetuoso con su madre, con su tía, con la abuela, con todo el mundo. Ayudaba en las tareas de casa y ella le había contado toda su historia y le dijo que no permitiría que ningún hombre la vejase ni abusara de ella, no estaba dispuesta a recibir más palos. Antes le cortaría los huevos mientras durmiera. Él lo entendió y le juro que él no lo haría nunca. Ella le creyó, era bueno y trabajador y además cuidaba de ella con palabras cariñosas y regalos.

Pasados tres meses del matrimonio no lo habían consumado, no habían tenido sexo.

Un día hablando, Ana le preguntó:

-¿Por qué no tenemos sexo? -Ella pensaba que era para que se sintiera bien y relajada.

Y llegó la confesión:

-Soy impotente.

Ana casi se cae de la sorpresa, no se lo podía creer. Silencio. Algo tan importante para una pareja, estuvieron hablando casi toda la noche.

Ana llegó a la conclusión que era como si se hubiera metido a monja, pero no le importó (después de todo lo que sufrió era casi un alivio no tener sexo).

Él se alegró y ella también, pues tenía casi todo lo que una mujer desea.

Pasados 7 años, Ana tuvo que dejar el trabajo por otra operación grave, los dichosos quistes atacaban de nuevo.

Casi pierde la vida, estuvo un año para recuperarse de la operación.

Estando en el hospital un día fue a visitarla una prima por parte de su abuela, era la secretaria del director del banco con el que trabajaban. La abrazó y estuvieron un rato charlando de todo. Ana la encontró rara, pues habían hablado muchas veces, y le preguntó:

-¿Que pasa algo?

-Mira nena, te traigo malas noticias -seguidamente saco un montón de talones bancarios y dijo- todo esto tu marido se lo ha gastado en el casino, todo lo que teníais ahorrado se lo ha pulido en el tiempo que llevas en el hospital. Lo siento mucho por ti, pero tienes que hacer algo para que pare de jugar, si no te llevará a la ruina -ruina en la que ya estaba.

Mientras estuvo en el hospital, su marido fue a verla dos veces y entonces comprendió por qué no venía.

Ana se creía las excusas, como aquella que dijo que “tengo mucho trabajo, pues el director está enfermo y tengo que hacer doble turno”. Mentiras y más mentiras y Ana las creía.

Incluso ANA le decía que no viniese y que descansara.

Pasó un mes más ingresada en el hospital y a pesar de todo estuvo muy bien arropada por la cocinera de los médicos, pues al enterarse de que era española igual que ella fue a verla todos los días y le traía la misma comida que a los médicos.

También la visitaron los cuñados, que se portaron muy bien y le traían de todo.

Ana le contó al hermano de su marido lo que había hecho con los ahorros que tenían para el día de mañana.

Ana ese dinero lo quería para comprar casas y después alquilarlas y vivir de las rentas en la vejez, pero su marido se pulió el ahorro de esos años en poco más de un mes.

Después de esto ya no fue igual, ya no podía confiar en él. Cuando salió de la casa de reposo, al año, habló con su marido y le dejó clara una cosa.

-Si vuelves a jugar me marcho a España.

Él le prometió que no jugaría más, pero no lo cumplió. El día de descanso de Ana se marchaba a jugar y le dio un ultimátum.

-O el juego o yo.

Él le dijo que lo mejor era que ella dejara de trabajar y de esa manera él no iría al casino, pero la cosa continuó igual.

Un día se presentaron los del juzgado en su casa para reclamar una deuda que contrajo el marido de Ana. Venían para echarlos de su piso.

Ana firmó todo lo que le pidieron para hacerse cargo de la deuda y pagarla,
y lo pagó todo.

Habló con un abogado para saber lo que tenía que hacer para que no le quitaran nada más.

Un día vino de visita un amigo que fue testigo de la boda de Ana y le dijo:

-Ana cósele los botones de la camisa a tu marido -con tono de voz ordenante.

-Que se los cosa él, yo no soy ni su esclava ni su criada.

Su marido se levantó, se fue hacia Ana y le dio un bofetón.

-Esta es la última vez que me levantas la mano, recuerda, te lo dije hace 14 años y tú vas a arrepentirte de darme este bofetón.

Ana echó al amigo de la casa y después se enteró de que era con este con el que iba a los casinos y era el culpable de que su marido jugase.

A la semana siguiente, fueron a visitar a su cuñado y ella le explicó lo que pasó.

El cuñado, rojo de rabia, cogió a su hermano por el cuello diciéndole:

-La próxima vez que toques a tu mujer te mato. No es de hombres pegar a una mujer.

Cuando Ana consiguió pagar todas las deudas, lo tuvo claro.

Su hermano Carlos estaba enfermo y este era un buen momento para marcharse. Le pidió dinero a su marido para marcharse, pero no se lo dio.

Llamó a su cuñado y se lo pidió y este le dijo que se lo llevaría y que incluso la acompañaría al la estación. Esa noche el marido le dijo que el la llevaría a la estación (presionado por su hermano) y la llevó y a las 8 de la mañana en punto Ana cogía el tren con destino a España.

¿Que pasará a su llegada a España, como está su hermano y donde esta su madre? Todo esto y más en el siguiente capitulo de A Ana le robaron la niñez.

 

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