Misterio en el Oktoberfest

2023-10-09T10:55:18+01:0009/10/2023|

El inspector Klaus Müller se desplazaba desde Hamburgo a Múnich, tenía que resolver un caso muy especial en esta ciudad. Mientras conducía su automóvil, pasó justo delante de la catedral Frauenkirche, su traducción es algo parecido a catedral de nuestra querida señora. La majestuosidad de la catedral le hizo bajar la velocidad para recrearse con su visión. No tardó mucho en pasar también por el palacio Nymphenburg, pero su destino era otro: su destino era la famosa fiesta Oktoberfest. Casi todo el mundo lo conoce, es el festival anual de la cerveza, un evento muy importante que atrae a miles de personas a esta ciudad.

Ya se estaba acercando a la carpa que albergaba la fiesta. A pesar de ser alemán, le continuaba sorprendiendo la grandeza de esta carpa, decorada con banderas y luces sobre muchos motivos tradicionales bávaros. Una vez dentro de la carpa, le invadió un agradable olor a pretzels recién horneados, que junto con los olores de diferentes salchichas, le abrieron el apetito.

Se paró en uno de los puestos a degustar un bratwurst con diferentes salsas y, por supuesto, una jarra de cerveza bien fría.

Mientras se comía la salchicha pudo ver la alegría de un grupo que participaba en un concurso de levantamiento de jarras de cerveza. Las carcajadas se podían escuchar en la distancia cuando varios perdieron el equilibrio y cayeron al suelo.

Una vez finalizado su tentempié, se dirigió para hablar con el jefe de policía local Hans Fritman, que le puso al corriente de lo sucedido. Durante la primera semana de el Oktoberfest, varias de las personas participantes en la fiesta habían desaparecido sin dejar rastro, todos ellos músicos.

Los sospechosos son:

  • Fritz, una extraña persona que miraba fijamente siempre a los músicos cuando actuaban.
  • Lena, una cantante que odiaba este tipo de música pero cada año acudía al festival.
  • Dieter, un exmánager de bandas que fue despedido de la última edición.

Con estos detalles se puso manos a la obra el inspector Klaus.

Después de observar a los tres sospechosos, estaba prácticamente seguro que sabía quién era el culpable de las desapariciones.

Fritz tenía una enfermedad degenerativa y apenas podía caminar varios kilómetros sin descansar, no parecía muy probable que fuera él.

Lena era una mujer alcohólica que difícilmente podría retener a otra persona contra su voluntad.

Solo quedaba Dieter, era el único que por corpulencia y fuerza podía retener a alguien.

O era él o había otras personas en las cuales no repararon.

Klaus estuvo dos días siguiendo al sospechoso y estaba seguro por su comportamiento que había dado con el culpable. En una de las veces que estaba junto a él, pudo escuchar como murmuraba a uno de los músicos.

—El siguiente serás tú.

Esto no fue escuchado por el músico.

Siguió sus investigaciones cerciorándose de que, efectivamente, las pruebas que encontró lo vinculaban directamente con las bandas y una enemistad total con la mayoría de músicos.

En la última actuación de la noche, cuando los músicos se marchaban ya para casa, en la oscuridad de las calles cercanas, Dieter se abalanzó sobre uno de los músicos que en solitario volvía a su casa.

Klaus también estaba atento, salió de su escondite para detener al secuestrador de músicos. No se lo pondría fácil, Dieter montó en su coche y salió a toda velocidad del lugar. Por suerte, también Klaus disponía de un potente coche policial cedido por el jefe local.

Las calles de Múnich parecían una carrera de Fórmula 1, dos coches a velocidades de vértigo. Dieter miró por el retrovisor, parecía que ya no le seguían. Aminoró la velocidad para que nadie sospechara que estaba huyendo.

Pero no, Klaus lo dejó coger ventaja para que lo llevara donde estaban los músicos secuestrados. Desde el cielo, un dron manejado por un especialista del cuerpo estaba siguiendo al fugado.

Efectivamente, se dirigió a un antiguo sótano de una vieja fábrica de cerveza, cerrada desde hace muchos años. Prácticamente nadie sabía que el sótano existía, parece ser que fue utilizado como búnker durante la guerra.

Una gran cantidad de policías rodearon el sitio. Klaus tomó el mando de la operación, quería ser él quien lo detuviera, pero no fue fácil el enfrentamiento entre ambos.

Dieter intentó escapar, lo cual evitó el inspector Klaus consiguiendo arrestarlo y poniendo fin a las desapariciones en el Oktoberfest. La policía pudo dejar en libertad a las personas retenidas a la fuerza en aquel sucio sótano. Pudieron comprobar como eran alimentados con una mínima cantidad de agua y alimentos que el secuestrador les proporcionaba durante su cautiverio en el sótano. Desde ese año, todos los músicos tienen prohibido marcharse en solitario del recinto de el Oktoberfest.

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