112 Emergencias, ¿dígame?

2023-09-18T17:25:24+01:0018/09/2023|

Juan, cuando pudo, se sacó el carnet de conducir, el B como la mayoría de jóvenes. Con el tiempo, le empezaron a llamar la atención las ambulancias; se informó de lo necesario, el carnet ya lo tenía, después realizó un curso de formación en servicios de emergencia médica, consiguió certificación en RCP (reanimación cardiopulmonar y primeros auxilios).

Al principio, su pericia al volante no era mucha, con el tiempo se fue acostumbrando y lo que más fácilmente supero fue el trabajar con presión en situaciones de emergencia.

Casi cuarenta años conduciendo la ambulancia le da para contar historias y alegres y tristes, justo en este momento las va recordando.

De las historias más tristes está la de Antonio, un compañero.

—Emergencia en la AP-7 a su paso por Salou, choque frontal entre dos vehículos, varios heridos graves y como mínimo dos muertos.

Antonio aceleró su ambulancia, mientras comentaba con su compañero:

—Sábado de madrugada, choque frontal, seguro que serán jóvenes.

Al llegar al lugar del accidente, bajaron aceleradamente de la ambulancia para ayudar a los heridos, la cara del que le tocó ayudar a él le sonaba, cuando le preguntó se le aclararon las ideas:

—Creo que te conozco.

—Si, soy Andrés, amigo de su hija.

—¿Estaba con vosotros ella? —preguntó Antonio.

El chico no le contestó, con su mirada señaló un cuerpo que estaba tapado por una manta térmica.

Antonio se acercó, destapó ligeramente la cara del fallecido y… efectivamente, era su hija.

Desde entonces, su amigo lucha por encontrar consuelo y sentido en la vida. Entró en depresión y nunca más se incorporó al trabajo.

También tiene un recuerdo para María, una conductora de ambulancias que muchas veces iba con la misma que Juan.

Esta mujer parecía de acero, a pesar de encontrarse en situaciones desgarradoras casi todos los días parecía que nada le afectaba. Aunque la procesión iba por dentro, con el tiempo acabó con problemas mentales que la dejaron emocionalmente agotada y luchando por recuperarse. Finalmente, abandonó el servicio y se dedicó a la limpieza de casas.

No puede olvidar tampoco a Ramón. Un conductor experimentado, siempre llegaba a tiempo, a pesar de llevar unos cuantos años, ningún herido había fallecido en su ambulancia. El día que un joven de 14 años con un golpe en la cabeza al caer de la bicicleta falleció se sintió culpable al no poder circular más deprisa por problemas de tráfico. Fue su final. No pudo superar esa tragedia y su memoria le perseguía constantemente cuestionándose el mismo, si estaba capacitado para realizar ese trabajo. Los psicólogos consiguieron recuperarlo y actualmente continua en activo.

Muchos dejaron el trabajo por no poder superar la tristeza de presenciar diariamente la pérdida de vidas. Cuando su actuación acaba con la salvación estaban contentos, pero en el siguiente servicio podía volver la tragedia.

Hoy Juan se está acordando de todos. Y se estaba acordando porque está en el suelo, atendido por su compañero. Al llegar a un accidente, salió rápidamente de la ambulancia y un coche, saltándose todas las señales, le arroyó. El golpe fue casi mortal, su experiencia le decía que al día siguiente sería un número en las estadísticas de fallecidos en carretera.

La noticia de los periódicos al día siguiente era concisa y clara:

“Conductor de ambulancias atropellado por un joven que dio positivo en alcohol y drogas. Sus compañeros no pudieron hacer nada por salvar su vida, deja viuda y tres hijos.”

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