Puertas del inframundo
Buenos días. No soy muy creyente de fenómenos paranormales; bueno, tengo que corregirme, no era, en pasado. La primera vez que me sucedió algo anormal yo tenía apenas 17 años, cuando lo normal en esa edad era tener sueños de carácter erótico, a mí me empezó uno de los muchos sueños paranormales que tuve.
Como os conté anteriormente, con 17 años me sucedió: una noche después de dar muchas vueltas para dormirme, al fin lo conseguí. Llevaría apenas un par de horas durmiendo y me invadió la pesadilla. Abrí los ojos y podía observar toda la habitación, mi armario, mi mesita, mi ropa como siempre tirada en el suelo y mi cama, y en ella estaba, por supuesto, yo.
Me veía con una gran angustia, no podía casi respirar e intentaba chillar para avisar a mis padres. Miré el reloj, eran las tres y diez. Yo podía ver perfectamente lo que estaba sucediendo en mi habitación. No estaba dormido, pero podía ver mi cuerpo en la cama durmiendo y teniendo una pesadilla.
¿O era una realidad?
Mi madre entró en la habitación, me zarandeó intentando despertarme, pero no podía. En ese momento vi una puerta oscura al final de la habitación. Me fui acercando a ella lentamente mientras mi madre intentaba despertarme. Cuando iba a atravesar la puerta, el cuerpo que mi madre estaba moviendo se despertó y como una luz que se apaga, la puerta sé cerró lentamente mientras yo volvía al cuerpo de la cama. Mi madre me abrazó fuertemente mientras lloraba.
—No te preocupes mama, estaba bien.
Tardé tiempo en volver a tener otro sueño, esta vez tenía casi 18 y empezó igual que el otro, solo que esta vez no estaba inquieto. El cuerpo de la cama estaba relajado y la puerta oscura estaba en el mismo sitio. Esta vez la atravesé, dejando mi cuerpo en la habitación y el reloj volvía a marcar las tres y diez.
Aparecí en un lugar lleno de aguas embarradas y humeantes, unas vistas fantasmales. Se escuchaban gritos de gente torturada, con el tiempo supe que ese lugar estaba en Japón y su nombre era Beppu.
A pesar de estar totalmente dormido, mi madre fue a la habitación y como la otra vez me zarandeó hasta que desperté. Mi otro yo abandonó el sitio para volver al cuerpo que mi madre tenía en sus brazos.
—No te preocupes mama, estaba bien.
La siguiente vez sucedió igual que las anteriores, dejaba mi cuerpo a las tres y diez y salía por la puerta oscura y aparecía en otro paraje, esta vez era un manantial de agua en una cueva. El agua la inunda y los cuerpos de las personas que en ella fallecieron, forman esculturas macabras. Nunca descansaran en paz, eran víctimas de los sacrificios humanos de los mayas, su nombre era Belice.
Mi madre siempre atenta me volvía a despertar en el último momento, repitiendo la misma historia de llantos y la frase.
—No te preocupes mama, estaba bien.
Las siguientes veces fueron igual: una de las veces en un volcán, en ese volcán se sacrificaban mujeres y niños, era espeluznante. Todo para apaciguar al volcán. Supe que estaba en Nicaragua. Como siempre, mi madre me despierta y yo le digo la frase:
—No te preocupes mama, estaba bien.
Otra vez, otro volcán, esta vez en Rusia, en Turkmenistán, aquí cuenta la leyenda que para quitar el olor de los gases que salían encendían la colada y desde entonces no se ha apagado.
Siempre mis sueños eran a las tres y diez, mi cuerpo siempre lo veía yaciente en la cama, después de los que os he relatado siguieron otros lugares, una de ellas en Grecia, en la llamada entrada al Hades griego, también aparecí otras de las veces en Grecia, en la llamada Cueva de la Sibila.
Y hoy vuelvo a soñar, vuelvo a salir de mi cuerpo, estoy flotando dentro de mi habitación viendo la cama ocupada por mi otro yo. Algo me atrae desde la puerta oscura y me dirijo hacia ella, la atravesaré como siempre a las tres y diez con dirección desconocida. Después de unos segundos de espera viendo lo agitada que está la respiración de mi cuerpo en la cama, decido volver a pasar la misteriosa puerta y aparezco en la montaña de Ming en China. Este complejo se llama la Ciudad de los Fantasmas, está construida en la montaña de Ming.
Los muertos te pondrán a prueba si osas entrar, primero deberás atravesar un puente que solo admite personas muy virtuosas, luego superar un juicio de ultratumba y, finalmente, permanecer tres minutos a la pata coja sobre una piedra sin caerse.
Conseguí los tres retos y pude entrar, todo era gris y oscuro. El miedo se apoderaba de mi cuerpo, decidí salir y volver a mi casa con mi madre, que me estaba esperando. Esta vez tardé mucho en intentar regresar, la puerta oscura para llegar a mi habitación se cerró, no podía regresar.
Una figura con forma demoníaca se acercó a mí.
—Te llamé muchas veces y tú siempre me abandonabas, pasaste por Japón, Perú, Nicaragua, Rusia, dos veces en Grecia y al fin viniste a China, ¿sabes lo que tienen en común todos estos lugares que visitaste?
—No, no sé, pero todos eran fantasmales—respondí.
—Todos los lugares que visitaste son puertas del inframundo, dan acceso directo al infierno y solo se abren a las tres y diez. Tienes de tiempo diez minutos para regresar a tu cuerpo, pasado ese tiempo, tu cuerpo se quedará con nosotros para siempre en el infierno, jajajajajajaaj.
Acabó de pronunciar esa frase y tuve la oportunidad de ver como mi madre lloraba junto a mi cuerpo. Fueron unos segundos en los que comprendí que ya estaba muerto. Unos seres demoníacos me agarraron y me arrastraron a un pozo oscuro habitado por monstruos horrorosos que me atacaron sin piedad.
Únicamente os puedo dar un pequeño consejo: si soñáis y veis vuestro cuerpo en el sueño, no paséis por ninguna puerta oscura, si pasáis os estaré esperando.