El espejo

2021-04-05T09:37:39+01:0005/04/2021|

Sucedió por primera vez cuando Andrés cumplió 16 años.

Reunión de amigos en su casa comiendo y bebiendo, antes de marchar el clásico que tenía que ir al lavabo, salió del cuarto de baño y se despidieron. Cinco horas después encontraron el cuerpo en el río con una piedra atada a los pies. Su cara no denotaba terror ni miedo, era una cara de paz y relax.

En las navidades de ese año, después de cenar todos en familia, se fueron despidiendo, pero faltaba el tío Jesús. Salió del lavabo y se despidió de toda la familia. Ese 24 de diciembre nunca más volvieron a saber nada de él, está en la lista de la policía de desaparecidos.

Verbena de San Juan del siguiente año, grupo de amigos que se reúnen en la casa de Andrés, después de toda la noche de fiesta en la casa y cuando una de las chicas salió del cuarto de baño ya amaneciendo, se marchan cada uno a su casa, el coche que conducía la chica cayó por un terraplén sin efectuar ningún tipo de maniobra de frenado.

Desde el último suceso de la chica estuvieron mucho tiempo sin tener reuniones de amigos en casa de Andrés. Pero este año era diferente, cumplía ya 22 años y le apetecía estar con sus amigos. Fueron llegando todos poco a poco con sus regalos, fue una fiesta muy espectacular, con mucha diversión, alcohol y sexo. Cuando la fiesta estaba en pleno apogeo, una de las parejas se metieron en el cuarto de baño para hacer el amor sin ser vistos, cerraron el pestillo y dieron rienda suelta a su amor. Cuando acabaron, los dos se fueron a la parte alta de la casa y desde el balcón más alto se lanzaron al vacío. La caída desde esa altura fue mortal al instante.

¿Dios, que pasa en mis reuniones en casa que siempre acaba en desgracia? Se preguntaba Andrés. No volvió a hacer reuniones en su casa durante muchísimo tiempo.

Cuando cumplió 25 años, Andrés empezó a salir con una chica también de 25 años. Era una pareja muy apreciada por todo el mundo, si alguna noche se quedaban a dormir juntos siempre era en casa de ella, el miedo de que alguien se quedara en su casa era muy grande, no quería más desgracias. Una noche discutieron, ella no entendía que no la quisiera dejar entrar en su casa. Él le explico todo lo sucedió, ella le contestó

—No creo en ese tipo de historias y para demostrártelo vamos a tu casa.

Él abrió la puerta con temor de que esa fuera la última noche de los dos. Cenaron unas pizzas y cuando acabaron ella cogió su abrigo y le dio un beso en la boca.

—Hasta mañana, no te librarás de mí, te quiero —le dijo la chica.

—Por favor ten cuidado, déjame que te acompañe —le pidió él.

—No, quiero demostrarte que solo son coincidencias —replicó ella.

Cogió el coche y entro en la autopista que llevaba hasta su casa. Le gustaba correr: 120, 130, 140. Pasada una hora, llegaba a su casa y cogió el teléfono para llamar a Andrés.

—Hola, cariño ya llegué a casa, te dije que eran casualidades.

Andrés al fin pudo descansar tranquilo. A primera hora de la mañana, llamó un vecino a casa de Andrés, no tenía agua en su casa y le pidió por favor que le dejara ducharse a lo cual no puso ningún impedimento, siempre le gustaba ayudar a todos. Después de la ducha, el vecino le dio las gracias y salió de la casa. Menos de cinco minutos después se escucharon ambulancias. Andrés se asomó a la calle y pregunto qué pasaba.

—Un chico que se ha tirado bajo un camión cuando pasaba por aquí —le contestaron.

Andrés se acercó y pudo comprobar que era el vecino que se acaba de duchar en su casa. Llamó a su novia y le explicó lo sucedido.

—No puede ser, yo salí de tu casa y no me pasó nada. Voy para tu casa, espérame —le pidió ella.

Cuando llegó ella le explicó lo sucedido con el vecino, no entendían nada. No podía ser casualidad, pero ¿por qué a ella no le pasó nada? Repasaron mentalmente lo que hicieron todos y lo único que tenían en común todos es que fueron al lavabo menos ella. Ella estuvo en la casa pero no en el lavabo. Se miraron fijamente, se cogieron de la mano y se dirigieron al cuarto de baño con miedo. Encendieron la luz y abrieron la puerta, todo parecía normal, entraron mirando para todas partes y no vieron nada.

Ella se giró y miró el espejo, dio un grito de terror. Una cara de mujer deformada se reflejaba, solo estaban ellos dos, pero allí estaba el rostro desfigurado. Los miró fijamente y les habló con una voz rasposa y grave.

—Yo te quiero y no puedo soportar que nadie que entre en este lugar siga con vida y sea tu amigo, por eso con mi mirada los incitaba a morir voluntariamente. Ahora tendréis que morir los dos, porque conocéis mi secreto y no lo puedo permitir. Os diré la forma en la que os quitaréis la vida y será de la siguiente manera: cuando salgáis de aquí…

Es lo último que pronunció el reflejo del espejo, porque de un fuerte puñetazo, Andrés rompió la imagen que se veía en mil pedazos. Al no acabar la frase, no pudo inducir a quitarse la vida a la pareja. La sangre de el goteo en el suelo formaba una cruz y por mucho que se limpió nunca se borró del suelo, pero nunca más sucedió nada anormal a los visitantes de esa casa.

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