Sudor frío
Hacía 5 años que falleció su padre y todavía lo sentía con él. Cada día y a todas horas, todos los años, cuando se acercaba Navidad le daba un bajón recordando a su padre, pero la vida tenía que continuar.
Aquella noche, después de cenar con una amiga, la acompañó caminando hasta su casa y después se dirigió a buscar su coche, que dejó aparcado cerca del restaurante. Abrió la puerta, se sentó en el asiento del conductor y escuchó una voz que le decía: “no arranques el coche”. Se giró y no había nadie en el coche. Intentó arrancarlo y no pudo, el coche no arrancaba. Se bajó del coche y empezó a caminar dirección a su casa muy cabreado porque al día siguiente tendría que volver a por el coche.
Sería una hora caminando, mejor pararía un taxi. Miró en la dirección que tenían que venir los coches y no venía ninguno. Siguió caminando cuando vio unas luces de un coche que se acercaba, era un taxi. Se giró para levantar la mano y parar el taxi, cuando enfrente una pareja también hizo el mismo gesto y escuchó otra vez la misma voz de antes: “no cojas ese taxi”. Se giró a ver quién le decía eso y no había nadie, pero girándose perdió el suficiente tiempo para que la pareja se adelantase y cogiera el taxi. Solo pudo ver la cara del taxista, que tenía una cicatriz en la mejilla. Continuó su camino pensando que hoy no era su día, todo le salía mal.
Después de caminar 10 minutos tenía la intención de atravesar un parque que le ahorraría unos 10 minutos en su caminar. Cuando enfilaba la entrada al parque, la voz otra vez le decía: “no pases por el parque”. Se paró en seco y vio tres personas entrando en el parque. Cogió el paquete de tabaco para encenderse un cigarrillo y no le quedaba ninguno. Decidió cambiar el rumbo y buscar algún sitio para comprar tabaco, total solo serían 10 minutos y no hacía frio. Siguió su camino dirección a su casa, vio un bar abierto y se acercaba a comprar tabaco, pero volvió la voz otra vez: “no entres a comprar nada al bar“. Ya estaba preocupado por la dichosa voz, pero nadie estaba con él. Pensó no entrar en el bar y continuó su camino. Miró el nombre del bar, “Bar El Olvido”.
Al fin, se acercaba a su hogar. Entró en el portal y se acercó al ascensor para apretar el botón. Eran solo dos pisos, pero siempre subía en ascensor. Volvió la voz: “no cojas el ascensor”. No estaba dispuesto a hacerle caso a la dichosa voz, subiría en ascensor. Llamo el ascensor y en ese momento entró el vecino del 4º, un vecino que no lo podía ni ver. Decidió subir por las escaleras para no tener que hablar con él, mientras el vecino esperó el ascensor. Cuando estaba llegando a la puerta de su casa y se disponía a abrir la puerta con las llaves, escuchó un ruido ensordecedor. Se giró y vio como el ascensor se desplomó desde la altura de su piso. Corrió a ver lo que pasó. Llamó a emergencias y empezó a ayudar al vecino que estaba en el ascensor, llegaron policías y bomberos bastante rápido y forzando la puerta sacaron al vecino bastante mal. La ambulancia se lo llevó a toda urgencia al hospital. Después de hablar con policías y demás personas se pudo ir al final a su casa, la mala suerte se cebó con su vecino: se rompió el cable del ascensor y se desplomó. Pero su cabeza daba vueltas, la voz le dijo que no cogiera el ascensor… y se salvó.
Después de mucho pensar se quedó dormido. Fue una noche muy larga. Cuando despertó, se acordó del coche y tenía que ir a buscarlo, no podía dejar de pensar en la voz que le avisó del ascensor. Bajó al bar bajo su casa a desayunar, cogió el periódico para leer algo mientras desayunaba. Antes llamó al mecánico y le dijo donde estaba el coche para que lo recogiera y lo arreglara. Abrió el diario y se quedo helado: en la sección de sucesos muchas noticias de la noche.
“Un fugado de la cárcel asesina a un taxista, roba el coche, coge a una pareja y los asesina para robarles”, con una foto del asesino que buscaban que tenía una cicatriz en la mejilla. “Tres individuos atracan a todos los que estaban en el parque durante la madrugada“. “Un tiroteo en el Bar El Olvido se salda con tres heridos de bala”. El frío le recorrió todo el cuerpo. En ese momento sonó el teléfono, era el mecánico. Habían recogido el coche y se lo llevaron al taller.
-Tuviste suerte que no te arrancara el coche, estaba sin frenos, no hubieras podido frenar nada -se echó las manos a la cabeza y le entraron ganas de llorar. Una voz le avisó de todo, pero de quién era esa voz y por qué? Frente a él en la misma mesa, una persona se levantó y se acercó a él.
-Sabía desde hace cinco años que este día llegaría, ya ha pasado y ya me puedo marchar a mi destino, te quiero hijo -levantó la cabeza después de escuchar esas palabras, pero no había nadie, estaba el solo en la mesa y el camarero en la barra. Le pregunto al camarero:
-¿Has oído?
-No, dígame.
-Trae la cuenta por favor.
Pagó y salió a respirar aire fresco. Solo pronunció dos palabras: GRACIAS PAPÁ.