La casa misteriosa
Era una casa muy antigua, a pesar de estar cerca del camino por donde transitaban muchas personas paseando, solía ser paso de caminantes con diferentes destinos, pero nadie se atrevía a entrar.
El frondoso bosque que la rodeaba la hacía más tenebrosa, la leyenda decía que la casa estaba embrujada y que el espíritu de sus propietarios continuaba entre las ruinas.
El grupo excursionista que aquel día paró en la bodega del pueblo escuchó la historia que se contaba entre los tertulianos del lugar, les empezó a entrar la curiosidad y en consenso entre todos decidieron pasar la noche en la casa para comprobar si eran ciertas las historias que contaban.
Fueron entrando muy cautelosamente con cierto temor a lo que encontrarían en el interior, al entrar observaron que todo estaba cubierto de polvo y telarañas. Esto le hacía parecer una casa fantasmal, pero a pesar de lo que veían, nadie observó señal alguna de actividad paranormal.
Pasaron por todas las estancias de la casa, una a una, abrieron sus puertas con la incertidumbre de lo que encontrarían en su interior. Les faltaba una última puerta, pero esta estaba cerrada con llave. Uno a uno intentaron abrirla, pero ninguno pudo conseguir su objetivo. Uno de ellos se dio cuenta de que cerca de la puerta había un agujero en la pared, al asomarse vieron que era una habitación secreta con una caja fuerte en la pared.
Varios intentaron abrir la caja, pero era demasiado difícil para conseguirlo. Uno de ellos se separó del grupo investigando la estancia, en la estantería de los libros descubrió un diario, lo ojeó poco a poco leyendo las historias que en él se contaban, en el libro estaban los secretos más oscuros de la casa.
Una parte de él, sin sentido, ponía varios números a los que nadie encontró significado, uno de ellos gritó:
—¡Sí, lo tenemos, es la combinación de la caja fuerte!
Marcaron la combinación que encontraron, sus corazones latían fuertemente, parecían tambores en el silencio de la casa. Finalmente la puerta cedió; con temor miraron el interior, solo vieron un pequeño pergamino, y junto a él unas hojas manuscritas donde explicaban la existencia de una cueva oculta en el bosque con un tesoro.
—¿Qué os parece si vamos a comprobar si existe esa cueva?
—Es de noche.
—¿Qué problema hay? Tenemos linternas.
—De acuerdo, vamos a descubrir esa maldita cueva.
Emocionados se encaminaron hacia su descubrimiento, comprobaron que efectivamente la cueva existía, se miraron unos a otros, interrogándose.
—¿Ahora qué?
—Vamos a por el tesoro.
La adrenalina les subió por momentos, todo estaba en la cueva como marcaban las indicaciones de las hojas, solo faltaba una cosa: el tesoro no estaba. Unas huellas declaraban que alguien estuvo antes en el lugar. Confundidos y decepcionados, regresaron a la casa, con la sorpresa de que tenían un cartel encima de la polvorienta mesa.
“El verdadero tesoro no está en la cueva, sino en la casa.”
Sin saber qué hacer, el grupo comenzó a buscar por toda la casa. Uno de ellos descubrió una trampilla que bajaba hacia un sótano, las linternas iluminaron un cofre que se encontraba en un rincón, estaba lleno de joyas y monedas antiguas que tenían un valor muy alto para los coleccionistas. Mientras el grupo examinaban el tesoro, escucharon un ruido proveniente de arriba. Todos enfilaron las escaleras para ver de dónde provenían esos ruidos y su sorpresa fue mayúscula: en otra parte de la casa había una puerta entreabierta, anteriormente nadie la había visto.
A pesar del miedo, entraron en la nueva habitación, el asombro era superior a cualquier descubrimiento anterior.
Las paredes de la habitación estaban llenas de fotografías antiguas de diferentes épocas con una cosa en común: todos tenían la cara manchada de tinta. Los descubrimientos no acababan aquí, justo detrás de una de las fotografías encontraron un nuevo diario, en él se detallaba que los antiguos moradores de la casa habían estado involucrados en oscuros experimentos de manipulación genética. A medida que profundizaban en el diario, entendieron que las personas de las fotografías habían sido borrados sus rostros para ocultar sus horribles resultados.
El grupo se dio cuenta de que su descubrimiento era más importante que el tesoro, las autoridades fueron informadas y se investigó a fondo para asegurarse que ningún otro experimento se llevara a cabo.
¿Quién les guio?
No quisieron descubrir nada más, querían salir del lugar y desaparecer.
¿Qué consecuencias tendrá su descubrimiento?
¿Quiénes eran las personas de las fotografías?
¿Qué les había pasado a esas personas?
Eso ya eran enigmas para la policía, ellos continuaron su camino, solo una cosa les pasó por alto: faltaba uno de ellos.