Disco Inferno

2022-05-23T12:36:14+01:0023/05/2022|

El número 65 de la calle Jacinto Velasco, en la ciudad San Andrés de Rabanero, era un pequeño bloque de dos plantas. Solo eran dos vecinos, una alegría para cualquier persona que anteriormente ha tenido problemas con la comunidad de propietarios. Este no era el caso de las dos familias que convivían fraternalmente desde hacía varios años.

En el primer piso vivía la familia Marín García. Eran tres personas: Juan, el padre, Noelia, la madre, y la hija, Susi. En el segundo vivía la familia Martínez Condal, que también tenía una hija, Mónica, y ellos se llamaban Rafael y Vicenta. Las dos chicas eran muy amigas y siempre salían juntas de fiesta, los matrimonios quedaban para comer y cenar bastante habitualmente, eran grandes amigos.

Desde hacía unos años pasaban cosas muy extrañas en el pueblo, varias chicas habían sido violadas y golpeadas. Los matrimonios hablaban frecuentemente de ese asunto, cada vez que las chicas salían a divertirse les repetían la misma recomendación:

–Las dos siempre juntas, no os separéis.

–Si, tranquilos, no nos separaremos en toda la noche.

Después de darles los correspondientes besos a sus progenitores, salían con la alegría característica de la juventud. Realmente siempre estaban juntas, pero a veces aparecía un chico apuesto que durante unas horas las separaba. Esta noche era Alfredo el que se acercó a Susi.

–Hola, ¿como te llamas?

–Susi, ¿y tú?

–Alfredo.

Cuando empezaba esta conversación, la otra siempre sabía que tenía que desaparecer durante un par de horas. Alfredo y Susi estuvieron charlando un buen rato, él propuso:

–¿Qué te parece si salimos a tomar el aire fresco?

–Si, por supuesto, aquí el ambiente está muy cargado.

La joven pareja paseó durante unos minutos alejándose de la discoteca, al final del paseo encontraron un lugar donde solían acabar muchas parejas para tener algo de intimidad. La sangre de la juventud les impulsó y acabaron haciendo el amor entre árboles, césped y la luz de la luna. Una vez saciados del deseo, emprendieron el camino de regreso hasta el punto de partida. Dentro de la discoteca, Susi buscó a su amiga para explicarle lo maravilloso que fue todo.

–Mónica fue fantástico, hemos quedado para vernos la próxima semana.

–Ten cuidado, Susi, ya sabes lo que está pasando últimamente, violaciones y agresiones muy frecuentemente.

Como siempre, regresaron juntas a casa. La que más se preocupaba era Vicenta. A su marido muchas veces lo llamaban y tenía que salir de guardia por averías en las alarmas, cuando se quedaba sola no podía dormir hasta que regresaba su hija.

La semana pasó muy lentamente para Susi, tenía ganas de estar otra vez con Alfredo. Este le envió un WhatsApp para quedar en otra discoteca más alejada.

–¿Qué te parece, Susi, si quedamos en la disco “Galaxia”?

–Es que tengo que ir con Mónica, nuestros padres no nos dejarían salir por separado.

–No tienen por qué enterarse, ella que se quede en la disco de siempre y tú y yo juntos en la otra.

–No sé, me sabe mal por ella.

–Piénsatelo, mañana me dices algo.

A través del WhatsApp se pusieron de acuerdo las amigas, lo harían como estaba planeado. Una vez acabados de cenar, las chicas se prepararon para la salida semanal. –Chicas, ¿qué os parece si os llevo yo con el coche? Tengo avisos de averías y pasaré cerca de vuestro destino.

Las dos amigas se miraron, los planes podían torcerse.

–No te preocupes, iremos caminando.

–De ninguna manera, os llevará tu padre –respondió Vicenta a su hija. Bueno, los planes tampoco variaban mucho, tendría que dar una vuelta más grande Susi, pero al final acabaría entre los brazos de Alfredo. Una vez en la puerta de la disco se despidieron de Rafael.

–Adiós papa. Adiós y gracias —repitió Susi. Una vez alejado el vehículo, las dos amigas se separaron, no sin antes desearse suerte. Antes de llegar a su destino, tenía que pasar por una zona muy solitaria, el corazón le latía a 1000 por hora, en parte por el deseo de encontrarse con su amado y, por otro lado, el miedo a la oscuridad del tramo por el que estaba pasando.

Un ligero ruido la asustó, intentó girarse para ver si alguien la seguía per no pudo, unos fuertes brazos la agarraron para arrastrarla hacia el interior de un pequeño bosque. No sabe el rato que estuvo en el suelo, con las braguitas en los tobillos y desgarrada en su interior. Su amiga, al ver que tardaban, acabó avisando a los padres de ambas, que inmediatamente avisaron a la policía. Esto sucedió hace seis meses, nadie averiguó quién fue. Solo una persona continuó investigando, quería saber quien fue el violador de su hija, ya casi lo tenía.

–Juan, déjalo ya, la policía acabará encontrándole y le hará pagar su fechoría.

–No puedo Rafael, encontraré quién lo hizo y le pegaré dos tiros, ya casi lo averigüé –los dos padres hablaban a menudo.

–¿Por qué no me lo dijo y yo la hubiera dejado en la otra discoteca? –repetía Juan.

–Supongo que por miedo a que no la dejáramos salir.

Durante toda la investigación, el sospechoso número uno era Alfredo, en todo momento él podía demostrar donde se encontraba, era el único que sabía que iría a ese lugar y la hora. Después de mucho investigar, el padre de Susi, ya sabía quién fue el violador y, como siempre dijo, lo buscaría y le pegaría dos tiros.

Al fin pudo encontrar el día para realizar su venganza. No le dijo nada a nadie, cogió una escopeta, la puso en el maletero del coche y se marchó en su busca. Justo en el momento que arrancaba el coche, sonó el teléfono de Rafael. Tenía una avería en la parte alta del pueblo, con desgana salió a proceder al arreglo.

Juan regresó una hora después de salir en busca del violador.

Vicenta llamó al timbre muy preocupada, su marido salió y nadie sabía nada en la empresa, tampoco respondía al teléfono. Cuando estaba hablando con sus vecinos, sonó el celular.

–Si, dígame.

–¿Es usted la señora Vicenta?

–Si, dígame, ¿le pasó algo a mi marido?

–Sí, hemos encontrado a su esposo con dos tiros en la frente.

Las mujeres se pusieron a llorar histéricamente mientras en los labios de Juan se dibujó una pequeña sonrisa. El violador de la zona nunca más volvería a hacer daño a nadie.

Comparteix el contingut!

Go to Top