Medallas desmerecidas

#lectoropinaCalellaCOM: Alejandro Mesa

Habrá quien piense que me estoy pasando tres pueblos. Habrá quien me llame inconforme, quejica y arrogante. De cierta manera, todos tendrán la razón. Pero acabo de escuchar las palabras de la alcaldesa de Calella y no sé si sentir agradecimiento o rabia.

Palabras rimbombantes, medallas políticas a cuatro manos, agradecimientos a todos los cuerpos policiales, informe detallado de la operación…

NI UNA PALABRA de agradecimiento o empatía hacia unos vecinos a los que hace bien poco llamó exagerados por tanta queja ante casos “aislados” de “jóvenes desamparados” que simplemente eran “escandalosos”. Nada.

Hoy ya no eran solamente escandalosos, según la alcaldesa había en el recinto 15 delincuentes peligrosos, y la situación de la Bruna era de delincuencia total… Enserio? No me diga! Vaya… Cuéntenos ahora una de vaqueros, señora alcaldesa, que esa la venimos viendo A DIARIO los últimos meses.

Yo no he tenido que lamentar violencia en mi familia, pero entendería perfectamente la indignación que pueda sentir cualquier persona agredida por estos maleantes ante la admisión (por fin) de los hechos por parte de las autoridades. Admisión tardía y que deja en evidencia la poca implicación social de los estatutos de gobierno local: “Hasta que no hay jaleo, no hay meneo”, que dirían por ahí.

Señora alcaldesa, la próxima vez actúe antes y cuélguese todas las medallas que quiera, y de paso le ahorrará incontables horas de terror e insomnio a las madres y familias que llevan un buen rato sufriendo. Todas las que quiera, pero haga todo lo posible por merecerlas. No espere a que los vecinos dejen en evidencia la falta de voluntad para resolver las cosas. Todas, repito, cuélgueselas, pero demuestre algo de empatía y cuando se desdiga acerca de los “menores desamparados” en rueda de prensa, desdígase también de los “vecinos exagerados” y deje caer una disculpa, para que no se enfade la peña.

Si he ofendido a alguien con mi mini desahogo, pido disculpas, pero me sabe mal el postureo y peor aun el ninguneo.