24 primaveras marchitas
Domingo es un joven de 24 años, encantador con su familia y amigos, los profesores le ponían como ejemplo en los estudios.
El verano del 2020 le dejó marcado, después de 3 meses confinado en su casa con su familia podía salir al fin. Como deportista aficionado empezó a jugar partiditos de fútbol con sus amigos, casi cada día, su familia le advertía que tuviera cuidado, que el virus continuaba, no se había marchado. Pero él, cómo la mayoría de jóvenes, pensaba que a ellos no le engancharía, y por eso continuaba con su rutina de fútbol y por las noches visitar alguno de los pubs de su ciudad.
Él se encontraba bien y cada día que pasaba estaba seguro que él no lo cogería, sus padres y sus abuelos le pedían cada día que tuviera cuidado y que se pusiera la mascarilla siempre.
Un día, su abuelo empezó con décimas de fiebre y un poco de tos, la preocupación familiar fue llevarlo a urgencias del hospital local, donde automáticamente aplicaron el protocolo contra el virus. No tardaron mucho en salir los médicos con toda la protección y comunicarles que era positivo de COVID-19, y que toda la familia tenía que quedarse en casa aislada y en contacto con los médicos vía telefónica.
Se marcharon a casa y dejaron al abuelo ingresado. 24 horas después se les comunicó que estaba entubado y muy débil.
La madre y el padre de Domingo también empezaron con síntomas y la tragedia se desató en esa casa. Les comunicaron que el abuelo falleció y, después de una visita médica, les realizaron las pruebas a los padres, que dieron positivo también. Visto el panorama, realizaron las pruebas a Domingo y su hermana. La hermana dio negativo y Domingo positivo, pero era asintomático.
Los padres fueron ingresados urgentemente en el hospital por falta de aire al respirar, a Domingo lo dejaron en casa aislado con su hermana separada de él. Tres días después, una llamada les informó del fallecimiento de la madre y de que el padre estaba muy débil. Pasaron solo 24 horas y otra llamada les informaba de que su padre también había fallecido.
En pocos días, de cinco miembros de la familia solo quedaban 2. Domingo empezó a sentir remordimientos, sobretodo cuando le informaron que en el pub donde solía ir con los amigos a tomar algo por las noches tenía que cerrar por contagio de algunos clientes. Domingo solo lloraba y lloraba y llenó la bañera de agua y enchufó el secador de pelo. La hermana solo sintió una oscilación en la corriente de la casa y se quedó sin luz. Cuando abrió la puerta del cuarto de baño se quedó horrorizada.
Se quedó sola por la insensatez de pensar que a nosotros no nos va a pasar.
PD: Tanto si eres joven como mayor, no seas insensato y usa la mascarilla siempre que salgas o estés en contacto con otras personas que no sean de tu núcleo familiar, lávate las manos a menudo y usa gel. El peligro es acabar como la familia de Domingo; si no lo haces por ti, hazlo por ellos.